domingo, 29 de julio de 2007

de MAHMUD DARWISH


Criaturas de roble perla permanecen de pie en la colina.
La hierba podría ascender de nuestro pan hacia ellas si abandonásemos el lugar
y el azul celeste descender de ellas sobre la sombra que envuelve las fortalezas.
¿Quién llenará nuestras jarras después de nosotros?

¿Quién cambiará a nuestros enemigos cuando sepan
que hemos subido a la colina para alabar a Dios
en las criaturas de roble?
Todo revela la diversión del viento, pero nosotros no soplamos polvo.
Tal vez este día nos sea más ligero que el anterior.

Nosotros somos los que
han permanecido mirando al cielo sin adorar más que lo que han perdido
de sus creencias.

Tal vez la tierra sea más grande que su descripción,
y este camino sea la entrada, en compañía del viento,
al bosque de robles.
Las víctimas pasan por ambos lados. Dicen las últimas palabras y caen en
un único mundo. El águila y el roble las vencerán.

Hay que hacer
una tregua con las amapolas del valle para que entierren a los muertos de ambas partes y para que
intercambiemos algunos insultos antes de llegar a la colina. Es necesario
un esfuerzo humano para que torne estos caballos en
criaturas de roble.
El eco es uno en los desiertos, sólo el eco.

Y el cielo sobre una piedra es un exilio
que los pájaros colgaron en este espacio infinito antes de emprender el vuelo.
El eco es uno en las largas guerras: una madre, un padre y un hijo que creyeron
que detrás de los lagos los caballos regresaban enjaezados con la última esperanza
y prepararon café a sus sueños para evitar dormirse
en el espectro de los robles.


Cada guerra nos enseña a amar más la naturaleza. Después del asedio
cuidamos más los lirios y del almendro, recogemos en marzo
el algodón de la ternura.

Plantamos la gardenia en el mármol y regamos las plantas de nuestros vecinos
cuando van a cazar nuestras gacelas. ¿Cuándo dejará la guerra su carga
para que rescatemos en la colina el talle de nuestras mujeres
del nudo del símbolo en los robles?
¡Si nuestros enemigos tomaran nuestro lugar en los mitos para que supieran
cuánto amamos las aceras que ellos odian!

Si tomaran
nuestra parte de cobre y relámpagos, para tomar de ellos la seda de la tristeza.
¡Si nuestros enemigos leyeran nuestras cartas dos o tres veces para que se excusaran
ante la mariposa del juego del fuego
en el bosque de robles!
¡Cuánto hemos deseado la paz para nuestro
señor en los cielos, nuestro señor en los libros!


¡Cuánto hemos deseado la paz para la hilandera de lana, para el niño junto a la gruta,
para los que aman la vida, para los hijos de nuestros enemigos en sus refugios, para los mongoles
cuando parten hacia las noches de sus esposas y se alejan
de los capullos de nuestras flores, de nosotros
y de las hojas de los robles!
Las guerras nos enseñan a paladear el aire, a exaltar el agua. ¿Cuántas
noches más nos alegraremos con los garbanzos duros y las castañas en los bolsillos de nuestros abrigos?
¿Perderemos nuestra habilidad para impregnarnos de lluvia?
¿Pueden los muertos no morir para iniciar aquí su historia?
Tal vez logremos elogiar el vino y
brindar por la viuda del roble.


Aquí, todo corazón que no responde a la flauta cae
prisionero de la araña. Camina despacio para oír el sonido del eco
sobre los caballos del enemigo. A los mongoles les gusta nuestro vino
y quieren vestirse con la piel de nuestras esposas por las noches,
tomar prisioneros a los poetas de la tribu y
talar los robles.
Los mongoles nos quieren como desean que seamos,
un puñado de arena sobre China o Persia. Y quieren
que amemos todas sus canciones para que se establezca la paz que exigen.
Podremos aprender sus proverbios, perdonar sus actos cuando se hayan marchado
con esta tarde al viento de sus antepasados
detrás de la canción de los robles.


Ellos no han venido para vencer, y la leyenda no es la suya. Descienden
de sus caballos al término de la migración al oeste enfermo de Asia, ignorando que
nosotros podemos luchar contra Gazán Argún durante mil años
pero la leyenda no es la suya. Puede que dentro de poco abrace
la fe de sus asesinos para aprender de ellos la lengua de Quraysh
y el milagro de los robles.
El eco es uno en las noches. En la cima de la noche, contamos
las estrellas en el pecho de nuestro señor,
la edad de nuestros niños -han cumplido un año después de nosotros-
las ovejas de nuestra gente bajo la niebla, el número de los muertos mongoles y nuestros números.
El eco es uno en las noches. Un día regresaremos y hará falta un
poeta persa para cantar esta nostalgia
en el lenguaje de los robles.
Las guerras nos enseñan el amor por el detalle: la forma de las llaves de nuestras puertas,
a peinar nuestro trigo con las pestañas, a caminar, ligeros, sobre nuestra tierra
y a santificar las horas que preceden al ocaso sobre los acederaques.


Las guerras nos enseñan a ver la imagen de Dios en todas las cosas
y a cargar con el peso de los mitos para expulsar al monstruo
del cuento de los robles.
¡Cómo nos reiremos de los gorgojos en el pan de las guerras y de las larvas en el agua de las guerras!
Y si vencemos, colgaremos nuestras banderas negras en las cuerdas de la ropa,
después haremos con ellas calcetines. Y el himno se elevará
en los funerales de nuestros gloriosos héroes, las prisioneras
serán liberadas y la lluvia caerá
sobre la memoria de los robles.


Detrás de esta tarde vemos lo que queda de la noche. Dentro de poco,
la luna libre tomará el té del combatiente bajo los árboles.
Una sola luna para todos en las dos trincheras. ¿Tienen ellos
detrás de esas montañas casas de barro, té y flautas?
¿Tienen ellos, como nosotros, una albahaca que, de la muerte retorna a los que parten
en el bosque de robles?
Por fin hemos ascendido a la colina. Nos elevamos
sobre las ramas de las historias. Una hierba nueva crece en nuestra sangre y la suya.
Cargaremos nuestros fusiles con albahaca, y las medallas de los que regresan serán
los collares de nuestras palomas, pero nosotros
no hemos encontrado a nadie que acepte la paz. Nosotros no somos nosotros ni los otros son los otros.
Los fusiles se han roto y las palomas vuelan lejos.
No hemos encontrado a nadie aquí,
a nadie.
No hemos encontrado el bosque de robles.

lunes, 2 de julio de 2007

poesía africana.Oración (Ghana)

ORACIÓN DE CADA DÍA

Gracias te damos, Dios
eterno, omnipotente.
Te asemejas a la
constelación Corona,
que el cálido mar hiela.

Los rayos refulgentes
del sol iluminan el punto
más oscuro del bosque.

Tú eres el árbol grueso
caído en el camino
que sólo los sabios saben salvar,
el huevo en el que nadie
consigue atar un nudo,
pájaro del camino,
piloto de los muertos,
enredadera única
que originas el bosque,
anillo del dedo paterno,
agua profunda cuyo lecho
nadie ha podido ver,
vigilante capaz de rastrear
las huellas del antílope en la roca,
león del bosque de Eminsa.

Glorificado seas por los hombres.

(Fanti. Ghana)

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viernes, 22 de junio de 2007

Salmo II ,Axion esti,Odiseas Elitis

"La lengua me la dieron griega;
la casa pobre en las arenas de Homero
única cuita mi lengua en las arenas de Homero
allí sargos y percas
verbos sacudidos por el viento
corrientes verdes entre las azules
cuando ví que se iba encendiendo en mis entrañas
esponjas,medusas
con las primeras palabras de las sirenas
conchas rosadas con los primeros estremecimientos negros
única cuita mi lengua con los primeros estremecimientos negros
allí granadas,membrillos
morenos dioses ,tios y primos
vaciando el aceite en las enormes orzas......"

(Odiseas Elitis,ANTOLOGÍA,edit.Akal 1982)

CANCIÓN PARA EL SOL QUE SE OCULTA TRAS LAS NUBES DE LLUVIA

"El fuego se apaga,
el bosque se ennegrece,
las llamas se extinguen:
la desgracia pende sobre nosotros.

Dios sale al encuentro del sol;
sobre su mano brilla el arco iris,
el arco del cazador divino.

Dios ha escuchado el llanto de sus hijos
y hacia la vía láctea se dirige
recolectando estrellas.

Con sus rápidos brazos
las amontono dentro de una cesta,
las amontona con sus rápidos brazos
igual que una mujer que recoge lagartos
los amontona en su cazuela, los amontona
hasta que su cazuela rebosa de lagartos,
hasta que su cesta rebosa de luz."

(Pigmeos)

domingo, 1 de abril de 2007

de María Zambrano,este precioso párrafo

“Cayó al fin bajo la espada de Perseo la cabeza de la Medusa.
¿Tenía cuerpo acaso? No había de ser un cuerpo carnal,ni tan siquiera al
modo de los seres marinos.De su “sangre” en la tierra nació Crisaor,un ser aúreo como su simple nombre indica,un caballero.Y el caballo alado. Pegaso. No eran propiamente de la tierra.
La promesa de esta extraña criatura anunciaba quizás otro reino en el que algo había de subsistir del mar., o quizá no,si se entiende que el mar sea el abismo donde la vida guarda gérmenes, esbozos ,esquemas de de criaturas inéditas todavía,y donde se alojan, al par, aquellas de imposible nacimiento,
al menos en este orden del tiempo.
Seres o proposiciones de seres necesitados de un orden inimaginable
que les aguarda. O para quedarse así, si es que se entiende que las aguas amargas sigan siendo
un lugar donde la vida es posible sin mayor determinación ni condicionamiento que la de ser
un algo viviente….
(” Claros del bosque” María Zambrano)

lunes, 19 de marzo de 2007

"Sentado ahí,muy por encima de todos los árboles,sobre una roca que tiene su propio sonido como toda cosa viviente en esta tierra,observando el cielo azul claro,inmaculado,uno se pregunta cúanto tiempo le llevará al hombre aprender a vivir en este mundo sin rencillas,sin disputas,guerras ni conflictos " Krishnamurti

Las medusas

Ocurrió este verano ,en la playa,a primera hora de la mañana:un hombre que venía de nadar,anunció que se acercaba un banco de medusas.Se las esperaba desde hacía días,pues los informativos estaban llenos de imágenes de ellas,convertidas en montones de materia
viscosa sobre la arena.
Saqué la foto porque me pareció que algo mágico estaba sucediendo,con esas personas,expectantes,mirando al mar.

domingo, 18 de marzo de 2007

un texto de Krishnamurti

"Esta es nuestra tierra,no la tierra mía o de el. Hemos nacido para vivir en ella,ayudándonos unos a otros,no destruyéndonos unos a otros.
Este no es ningún disparate romántico,sino el hecho real.
Pero el hombre ha dividido la tierra esperando con eso encontrar,en lo particular,la felicidad,la seguridad,un sentido de bienestar duradero.
A menos que ocurra un cambio radical y eliminemos todas las nacionalidades,todas las ideologias,todas las dividiones religiosas,y establezcamos una relación global -primero psicológicamente,internamente,antes de organizar lo externo-,continuaremos con las guerras.
Si dañamos a otros,si matamos a otros,ya sea a causa de la ira,o mediante el asesinato organizado que se llama guerra,cada uno de nosotros,-que es el resto de la humanidad,no un ser humano separado que pelea con el resto de la humanidad,-se está destruyendo a sí mismo."
(Krishnamurti,"el último diario)